lunes, 14 de septiembre de 2020

Sobre recoger lavanda y la utilidad de la belleza



¿Te gustaría ir a recoger lavanda? Me dijo mi amiga. 

Para serles honesta, no tenía ni la más remota idea de qué tenía eso de especial, pero en Hungría parecía ser una práctica muy popular así que dije ¿por qué no? Además, teníamos mucho que no nos veíamos gracias a todo el drama del confinamiento. 


Siguiente paso: Convencer a Peter de que me llevara. Tomó tiempo, teníamos muchas otras diligencias que hacer y además uno de los planes que perfectamente habíamos programado se complicó justo ese día, así que casi no lo logramos. 


Pero insistí. Necesitaba ese respiro de aire fresco. 


Quedamos de vernos allá con mi amiga y su familia. Llegamos tarde, pero la verdad que resultó ser una actividad interesante. 


A simple vista no es nada especial. Llegas, traes tu tijera o procuras una, y una funda para colocar lo que recojas. Luego entras a un campo abierto de lavanda, que el sólo verlo es suficiente para relajar los ojos y la mente ante la belleza de la naturaleza. 



Y luego está el olor. Ese olor tan rico y calmante. Un poco cítrico pero a la vez suave. Mi olfato es súper sensible, y oler esta experiencia fue para mí lo más especial. 

Luego mi cerebro comenzó a ver el lado práctico del asunto. ¡Qué actividad tan bonita! Había de todo, desde familias, amig@s, parejas mayores, personas con perros, influencers buscando spots para fotos… en fin, un poco de todo. 


Cada quién respetando las instrucciones definidas para disfrutar la experiencia sin atentar contra la naturaleza. Había zonas exclusivas para las abejas realizar su labor, y zonas para que los perros pudieran también ser parte del momento.  


Imaginé una actividad así en mi querida República. Poder lograr que la gente aprecie el fruto de la tierra, respetando el espacio de cada criatura. Sin arrojar basura, sin pisotear los arbustos, sin traspasar las líneas divisorias. Cuánto me gustaría ver esa idea florecer. 




Finalmente, luego de recoger un poco de lavanda que sabía no iba a utilizar para nada mas que para adornar un jarrón (hay quienes sí van con el firme propósito de recoger suficiente para adornar la casa, hacer aceites, té o hasta dulces), recordé que no todo en la vida tiene que tener “utilidad”. Lo aprendí de una frase que leí en un libro que nunca se hizo famoso, pero que nunca olvidaré:

“Lo bello es tan esencial como lo útil; a veces más”. 


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