(...) Y agregó (Jesús): "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
A quien Dios le ha concedido la fe, tiene un regalo por el cual estar agradecido. Una gracia inmensa que no se debe tomar a la ligera, pero tampoco ostentar como si se tratase de algo superior. Los regalos mejor aceptarlos con humildad.
A quien Dios no le ha concedido la fe, no le debemos juzgar. Cada quien con su experiencia de vida. Cada quien es portador de amor. Dios lo da a quien quiere.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Comparte tu opinión!